Malik Solanka, historiador de las ideas y extraordinario fabricante de muñecas, sale un día de su vida, abandona a su familia sin dar explicaciones y huye de Londres hacia Nueva York. Hay una furia en su interior y teme haberse convertido en un peligro para sus seres queridos.
Llega a Nueva York en un momento de abundancia sin precedentes, en la hora más alta de la riqueza y el poder de Estados Unidos, buscando “borrarse”. Cómeme, América, reza, y dame paz.
Pero la furia le rodea. Los taxistas lanzan improperios. Un asesino en serie asesina a mujeres con un trozo de hormigón. Las pequeñas rencillas y los profundos resentimientos de la metrópolis le envuelven.
Mientras tanto, sus propios pensamientos, emociones y deseos también se desbocan. Una joven rubia, alta y de ojos verdes, con una gorra de béisbol D’Angelo Voodoo, se cruzará en su camino. También otra mujer, de la que se enamorará y se sentirá atraído por una furia diferente, cuyas raíces se encuentran en el otro extremo del mundo.
Furia es una obra de energía explosiva, a la vez una comedia despiadada y negra, una indagación profundamente perturbadora del lado más oscuro de la naturaleza humana y una historia de amor de fuerza hipnótica.
También es un asombroso retrato de Nueva York. Desde el Bombay de Midnight’s Children no se había plasmado un tiempo y un lugar con tanta intensidad y precisión en una novela.
En su octava novela, Salman Rushdie entrelaza brillantemente los momentos de ira y frenesí con los de humor, honestidad e intimidad. Furia es, sobre todo, una crónica magistral de la condición humana.
“La vida es furia. La furia -sexual, edípica, política, mágica, brutal- nos lleva a nuestras mejores alturas y a nuestras más groseras profundidades. Esto es lo que somos, lo que nos civilizamos para disimular: el terrorífico animal humano que hay en nosotros, el exaltado, trascendente, autodestructivo y desenfrenado señor de la creación. Nos elevamos unos a otros a las alturas de la alegría. Nos desgarramos mutuamente miembro a miembro sangriento”.
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